sábado, 27 de abril de 2019

Toda historia tiene un principio...

Como es natural, uno siempre quiere conocer sus raíces: de dónde viene, cómo ha venido, alguna anécdota de sus primeros años... Por eso, os voy a hablar de la historia de este hotel y restaurante. Es una bonita historia sobre cómo generación tras generación han trabajado mucho y han conseguido lo que es ahora con mucho esfuerzo y dedicación.



Todo empezó con la posada "La fonda". Estaba en alquiler y pasó a llevarla Francisco Pérez Vicente (El Derramador) por parte de su padre cuando se casó con Ventura Selva Gonzálvez.

Los domingos, la plaza del mercado se llenaba de placeros que venían en sus carruajes a vender sus productos, y los jueves pasaba el trapero a recoger ropa que canjeaba por platos o tazas.



El trapero venía de Elche y lo conocían como "El tío del duro". Financiaba todo lo que necesitaras, es decir, que le podías pagar cualquier cosa a plazos.


Todos ellos tenían en La Fonda un espacio para aparcar sus carruajes. Así, después de terminar la jornada podían echarse a la boca la exquisita y apetitosa cocina de Ventura.




















 







Desde la Fonda Patilla se repartía el agua a los chalets. En agosto, cuando se ponían las barracas y venían los veraneantes, se servían paellas a los baños La Sirena. Paco las transportaba en bicicleta.
Una vez tuvo un percance y se fue toda la comida por los aires teniendo que volver a la Fonda para que hicieran una de nuevo.

En septiembre, cuando eran las fiestas del pueblo de Santa Pola, los vecinos de todas las pedanías del campo venían en bicicleta para disfrutar los fuegos artificiales del día 8. Era tanta la cantidad de bicicletas que se reunían allí, que tenían que repartir tickets numerados para poder ordenarlas. Dejaban las bicicletas en las cuadras, se sacaban el pañuelo y se ponían los zapatos para prepararse para el espectáculo. Solamente contaban con un espejo y un lavabo para realizar esta faena de aseo.





En sus orígenes, la posada contaba con una entrada de carruajes y otra a la casa. Esta última estaba distribuida en 6 habitaciones, la cocina y el patio. Una escalera de madera conducía a una habitación donde se almacenaba la paja y a otra muy grande donde permanecían todas las familias de Elche que cupieran en los calurosos meses de verano.

Los primeros extranjeros que pernoctaron aquí fueron una pareja de suecos con una hija que estaba entusiasmada con los caballos. Él era pintor y utilizaba la habitación grande como estudio. Los chavales del pueblo alucinaban con la idea que tenían los suecos de bañarse los 3 en cueros. En aquellos tiempos no se veía bien esa libertad, así que un día la Guardia Civil les llamó la atención.


Al terminar esta primera temporada, el padre de Paco vino a cobrarse el beneficio. Su hijo le quería hacer creer que la temporada no había sido muy buena, pero tuvo que rendirse y presentar cuentas. La teoría de su padre era que si ellos no eran capaces de llevarlo y sacarle provecho, otros sí lo harían y entonces se quedarían sin la posada.







Ventura era una persona

adelantada a su época y con

 mucha visión de futuro.

Quería prosperar y tenía la idea

de cambiar lo que era la posada

 por un hotel. Veía que en Santa

Pola no había camas y, a la vez,

era un medio de trabajo para

sus hijos que desde pequeños

participaban en las labores de

La Fonda y tenían un buen

aprendizaje y experiencia.












Quería pedir un préstamo para llevar a cabo sus planes, pero en aquella época la firma de una mujer no tenía valor si no era avalada con la firma del marido. Paco se negaba a firmar porque no estaba de acuerdo con estas innovaciones, pero al final Ventura no necesitaba su apoyo, fue su nombre lo que la ayudó a conseguir dinero.


Aunque todo el mundo la llamaba Ventura, su verdadero nombre era Buenaventura, que es nombre de varón, así que esta mujer luchadora y con visión de futuro vio como su proyecto empezaba a coger forma.



Así que, se hizo una remodelación del edificio ampliándolo a 20 habitaciones (cada una con su wáter, bañera y bidet propios), una barra en el piso de abajo y un restaurante en el primer piso.







 El día 1 de mayo de 1968 se inauguró la barra desde la que se servían diferentes pinchos.


La reforma fue muy importante y costosa, pero

contaron con la ayuda de algunos proveedores,

el Horno de Paquito estuvo suministrándoles el

pan, al menos durante un año, hasta que pudieron

pagárselo. Jeroni, "el vinero", hacía lo mismo

con la bebida.



















Ventura no se equivocó en su proyecto, eran muchos los turistas que visitaban a diario el hotel y restaurante y la barra llevaba un buen ritmo. Los primeros clientes extranjeros después de la reforma fueron una pareja francesa de recién casados. En aquellos años, eran los franceses los más asiduos visitantes de Santa Pola.





        La remodelación de entonces y la de ahora...



Las enseñanzas de Ventura perduran entre sus descendientes y ya son 3 generaciones de "Patilla" que trabajan el hotel y restaurante y que siempre están colaborando con todos los acontecimientos turísticos y gastronómicos que se celebran en nuestro pueblo.




Éstos son los dos hijos y la hija de Ventura y Paco, su yerno y sus dos nueras, junto con Ventura.


A día de hoy, ésta es la viva imagen del futuro que consiguió Ventura para sus hijos y nietos...











Gracias, Ventura.







Espero que les haya gustado esta entrañable historia.

Vía:  http://conocesantapola.blogspot.com/2016/12/la-fonda-hotel-patilla.html


Se despide,

Patricia Esteso.



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